Simca (Soxiété Industrielle de Mécanique et Carrosserie Automobile), fue fundada en Nanterre en 1935 por Enrico Pigozzi.
De los 204.000 vehículos construidos en Francia en 1936, unos 7.300 eran de una nueva marca, que hacia poco que se había integrado en el grupo de las fábricas francesas de automóviles. Se trataba de la Simca, pequeña empresa fundada en Nantarre en los antiguos locales de la desaparecida Donet-Zédel.
Los 7.000 automóviles fabricados durante el primer año de actividad constituyeron un resultado importante, pero no permitían prever el poderoso desarrollo que la empresa conoció en el transcurso de unos pocos años.
En 1938, la Simca ya había triplicado su producción; en la posguerra fue una de las primeras en recuperarse de la catástrofe del conflicto; en los años sesenta ya se hallaba integrada sólidamente en el mercado internacional y, aunque era mucho más joven que sus competidores, constituía una de las bases de la industria automovilística francesa, junto con las tres grandes: Renault, Citroen y Peugeot.
Finalmente, en los años setenta, tras haber entrado en el grupo Chrysler, posiblemente ha sido la empresa europea en que menos ha repercutido la crisis del sector (en los 70s).
El artífice de este nuevo éxito de la industria francesa fue un hombre tan valiente y tenaz como fuerte físicamente: Henry-Théodore Pigozzi. Nacido en Turín en 1898, se traslado siendo aún muy joven a Francia, donde comenzó a recoger carrocerías de coches viejos y a mandarlos a Turín para proveer de material de hierro las fundiciones de la Fiat.
Tras sólo 2 años de actividad, se convirtió en agente general de dicha marca italiana para le venta de automóviles en el mercado francés, tras lo cual, en un pequeño taller de Suresnes, comenzó a montar automóviles Fiat con piezas importadas por separado o bien construidas en París bajo licencia. Entre 1928 y 1934, los Fiat montados y vendidos por Pigozzi fueron unos 29.000.
A finales de 1934, el ex recogedor de chatarra, al pasar casualmente por la carretera que, desde París, conduce a Saint-Germain, vio un cartel en el que anunciaba la venta de un viejo taller de la Donet-Zédel. La situación en que se hallaba la industria francesa de aquellos años no era precisamente de las más florecientes y, de no haber sido por Pigozzi, aquel viejo local hubiera continuado sin vender durante bastante tiempo. En cambio, Pigozzi, necesitado de unos nuevos locales que pudiesen sustituir al ya ineficiente taller de Suresnes, adquirió inmediatamente aquellas instalaciones con sus viejos y prácticamente inservibles equipos. Poco después fundó la Simca.
Todo ello fue hecho a costa de un gran sacrificio financiero, precisamente en un momento en que incluso el más despreocupado de los empresarios habría actuado con mucha mayor cautela.
La maniobra de Pigozzi, aunque aparentemente aventurada y precipitada, en realidad estaba respaldada por un plan bien preconcebido: precisamente, la difícil situación del mercado nacional le había inducido a considerar que, ofreciendo automóviles de pequeña cilindrada, de carácter utilitario y de precio reducido, conseguiría un indudable éxito comercial.
La Fiat fabricaba un modelo, el 508 Balilla, que se aproximaba a la idea acariciada de Pigozzi (y, como ha se ha indicado, habían sido numerosos los Balilla montados y vendidos en Francia hasta entonces por el propio Pigozzi), pero, sobre todo, tenía en proyecto un modelo, el 500 Topolino, con unas características aún más económicas y utilitarias.
La actividad de la fábrica de Nanterre comenzó en 1935 y, durante un breve periodo, se limitó al montaje del Fiat Balilla, vendido con el nombre de Fiat-France. En realidad, se trataba de la misma actividad que Pigozzi venía desarrollando desde hacia años en el pequeño taller de Suresnes. El principal objetivo para el que fue adquirido el nuevo local y que constituyo la sociedad Simca no fue alcanzado hasta el año siguiente, 1936.
En abril apareció el primer Simca-Fiat, réplica del 500 Topolino. A diferencia de cuanto había sucedido con el Balilla y los anteriores modelos, el nuevo coche, designo con el número 5, se construyó totalmente en Francia, aunque con proyectos Fiat.
Cabe hacer referencia brevemente a las características técnicas de este primer Simca: motor delantero de 4 cilindros en línea y 569 cc, distribución por válvulas laterales, potencia de 13 CV y velocidad máxima de 85 km/h. Su precio, de 9.900 francos, era competitivo.
El éxito de este coche hubiera podido ser mucho mayor en Francia si las agitaciones sindicales de aquella época no hubieran bloqueado en varias ocasiones la producción. Sin embargo, se consiguió hacer frente a la situación crítica que se creó en la empresa y en 1937 fue presentado un nuevo modelo, realizado sobre la base del Fiat 508 C/1100.
No obstante, en este caso la marca del vehículo fue ya simplemente Simca. Al igual que el modelo anterior (Simca 5), también éste tuvo una denominación numérica; Simca 8. Su motor era de 4 cilindros en línea, de 1.098 cc, con una potencia de 32 CV y una velocidad máxima de 110 km/h.
La producción del Simca 5 alcanzó se máximo en 1938, con 14.194 ejemplares, mientras que el modelo 8 logró su cota en la posguerra.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial determino el fin del primer ciclo de la existencia de la Simca, cuya actividad quedó reducida a partir de 1940, aunque no cesó completamente en ningún momento durante todo el periodo bélico.
A finales de 1939 un balance, aunque somero, de los 5 primeros años de actividad se reveló substancialmente positivo: la empresa de Nantarre había conseguido construir 70.000 automóviles y, gracias a la provisoria gestión de Pigozzi, su situación financiera era excelente.
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Originally posted 2011-10-21 19:34:18.