Un “cacharro alucinante”, un “reactor sobre ruedas capaz de rebasar una velocidad de mach 2”. Los publicistas se pasmaron al ver el Dodge Charger R/T que Chrysler envió a partir de 1968 a todas las carreras americanas con una potencia constantemente incrementada. Los datos del motor hablan por si mismos: el V8 que propulsa el Charger desarrollaba en su versión más evolucionada hasta 420 CV.
Al final de los años setenta se vivió en América en pleno tumulto. Nada era como antes en este país amparado por el mismo Dios. El Gobierno estadunidense se hundía en una guerra en los dos frentes (los soldados americanos se batían y caían en Vietnam mientras que la población negra luchaba por su derecho a la ciudadanía) y la economía se sumergía en una profunda crisis cuyo final no se dejaba entrever.
Los fabricantes de automóviles se lanzaron en la pugna a su manera. Coches más grandes, más rápidos, más potentes. Esta guerra particular de libraba en las autopistas. Los competidores General Motors, Ford y Chrysler enviaban a la batalla a sus escuadras cada vez con más caballos para conseguir el favor del público invadido por la fiebre de la evasión.
El consumo, el rock and roll, el amor libre, las drogas y, por supuesto, los coches rápidos eran los conceptos clave de la nueva generación. Perteneciente a Chrysler, la marca Dodge presentó en 1968 un modelo cuya denominación evoca la agresividad, la disputa, la provocación.
En efecto, el Charger no sólo llevaba un nombre marcial sino que ejemplarizaba, en su versión R/T, todo lo que significaba un muscle car de la época. La abreviatura R/T significa Road and Track (carretera y circuito). Dodge había colocado debajo del capot un gigantesco ocho cilindros que, por supuesto, recibió el nombre de un arma de gran calibre: Magnum. Este V8 de 7,2 litros desarrollaba en su versión más potente unos 420 CV, ampliamente suficientes para este coupe.
Los que se atrevían, conseguían lanzar este cohete en cinco segundos de 0 a 100 km/h. Pero semejante orgia de aceleración no era, al igual que explotar la velocidad máxima de 250 km/h, una cuestión de valor porque el tren de rodaje del Charger R/T, con su eje trasero rígido, ponía rápidamente limites a estos rendimientos.
El Dodge Charger R/T se convirtió en una estrella televisiva gracias a una serie de gran éxito durante los años setenta y ochenta. Los Duques de Hazzard, de la que se rodó una versión cinematográfica en 2005. Esta serie estaba protagonizada por el General Lee, un R/T de 1969 modificado para realizar los impresionantes vuelos y persecuciones que lo popularizaron.
En realidad, no fue un único coche sino casi 300 R/T los que se utilizaron en el rodaje. Años después, en 2001, este coche triunfó en la gran pantalla gracias a su participación en la película Rápido y Furioso. De largo mide 5,29 mm, de ancho 1,95 mm, y de alto, 1,35 mm. Pesa 1.625 kg.
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Originally posted 2013-12-07 00:31:07.