

André Citroen estaba convencido de que sus automóviles eran capaces de abrir el mundo, de llegar a cualquier lugar.
Para demostrarlo organizo tres expediciones que no solo dieron prestigio a la marca, sino que han pasado a los anales del automovilismo: la Travesía del Sahara (de diciembre de 1920 a enero de 1921), el Crucero Negro (de octubre de 1924 a junio de 1925) y, sobre todo, el Crucero Amarillo (de abril de 1931 a febrero de 1932).
A principios de la década de 1920, el Sahara acababa de ser pacificado, pero aún continuaba siendo terreno virgen por explorar. Georges-Marie Haardt recibió el encargo de André Citroen de atravesar los 3.500 km entre Tourggout y Tombouctou, desde el final del ferrocarril argelino al índico del ferrocarril del Niger.
Los coches que se emplearon fueron los Citroen B2 10 HP, pero con una carrocería especial: dos plazas delanteras, una central y un armazón trapezoide para utensilios, provisiones, piezas… Y, sobre todo, con una oruga en la parte posterior, similar a la de los tanques, aunque construida en caucho.
André Citroen
Veinte días (quince de marcha efectiva) fueron suficientes para efectuar la travesía, llevando de paso el correo. El 1 de febrero de 1921, los coches emprendieron el recorrido en sentido inverso. El éxito fue total, y el mismo André Citroen acudió as recibir a los expedicionarios en In Salah.
Este éxito llevo a André Citroen a programar un segundo crucero mucho más ambicioso: la travesía de África de norte a sur. Este crucero tenía finalidades científicas y de exploración, además de conseguir una extraordinaria publicidad para sus automóviles.
El objetivo era realizar los 20.000 km entre Colom-Bechar y Madagascar, destino propuesto por el presidente de la República francesa, que quería romper el aislamismo de la isla.
Ocho Citroen B2 10 HP, inmaculadamente blancos, iniciaron la traviesa el 28 de octubre de 1924. La primera parte del recorrido les llevo a Kampala, tras emplear 22 días para atravesar el Sahara, alcanzaron Niamey y remontaron el Niger, para pasar la Navidad en el legendario Forte Lama. A partir de aquí se acabaron las pistas.
Los problemas fueron insospechados, los enjambres de abejas eran tales que obligaron a la expedición a volver sobre sus pasos. Los ríos, tan caudalosos, exigieron la construcción de puentes provisionales, uno de ellos, en Mozambique, tenia 58 m de longitud. El Congo Belga fue más fácil, ya que antes se habían preparado 70 km de pistas.
El Crucero Amarillo: A 3.500 metro de altitud, en las estribaciones del Himalaya se adentran en Cachemira, media docena de vehículos Citroen con tracción por orugas, intentaron, que grandes dificultades, superar una pista que apenas podía contentarlos. La muralla que sujetaba la pista había resistido el paso de las caravanas durante siglos, pero nunca podría pensarse que un día iba a contener vehículos de hierro de dos toneladas de peso.
Esta aventura fue quizás uno de los puntos culminantes del Crucero Amarillo, la travesía de Asia, para el gran publico. Un episodio que no se hubieron producido si las autoridades rusas no hubieran revocado en el último momento el permiso concedido para pasar por Siberia, a priori con rutas mucho más sencillas. Lo que iba a ser una aventura humana de grandes proporciones se transformo en una lucha sin precedentes contra naturaleza.
Los coches debieron ser rediseñados en buena parte, ya que habían de superar puertos de 5.000 m de altitud. Así, los vehículos los fueron preparados para ser desmontados y montados en tiempo récord y franquearon algunos obstáculos a lomos de caballos.
La expedición se componía de dos grupos, el Pamir y China. Uno partió de Beirut y otro de Tsin-Tsin, adonde habían llegado a través del Transiberiano. El Grupo Pamir estaba integrado por seis autocadenas Citroen P17 y una P14, además de siete remolques. El Grupo China disponía de siete Citroen B6.
El Grupo China tenia, a priori, el recorrido más sencillo, pero se encontró con dificultades superiores. Entre Francia y China estallaron tensiones diplomáticas, y la expedición fue detenida en varias ocasiones antes de poder adentrarse en el Gobi Negro, un desierto que convierte al Sahara en un juego de niños.
Tras dos semanas de avance lento, la expedición se encontró bloqueada por una revuelta musulmana y fue tomada como rehén. Una intensa actividad diplomática y la llegada del Grupo Pamir, con Haardt al frente, consiguió liberarles. Cuando Haardt llego a la puerta de Este de Pekin, habían dejado atrás 315 días de penalidades y 12.115 km de recorrido.
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Originally posted 2011-11-24 22:51:41.