“Ningún coche debe ser igual que el mío”, ésta es la máxima de un seguidor de esta tendencia. Ser singulares, diferentes de los demás, ha sido siempre un claro objetivo del hombre; y, como el automóvil suele ser un fiel reflejo de su propietario, es una de las piezas favoritas para llevar a cabo una minuciosa personalización. Así nació una tendencia que ha perdurado en el tiempo y ha sido bautizado con el nombre del tuning.
El tuning o personalización de vehículos no es una moda reciente. Ya en la edición de 1952 del Salón de Ginebra, Karl Meier presentó algunos accesorios para un Volkswagen Escarabajo, entre los que destacaba un prominente parachoques delantero.
Poco tiempo después, ante el éxito de sus productos, Meier construyó una sociedad especialista en accesorios de personalización, que luego llegó a exportar a más de cuarenta países, y también a tener unas instalaciones de 8.500 m2 en Wolfsburg, Alemania.
En la década de 1970, ya más arraigado, el tuning tuvo en los primeros GTI a su mejor clientela durante muchos años; posteriormente se extendió a las berlinas deportivas más prestigiosas. Pero los tiempos cambiaron y con ellos este movimiento. Llegó la hora de los vehículos pequeños, los utilitarios que también acabaron siendo pasto de la moda.
En la actualidad, el tuning ha extendido sus dominios u se ha instaurado también en segmentos de más reciente desarrollo, como el de los todoterreno, e, incluso, el de los monovolúmenes.
El más evidente de los objetivos perseguidos por el tuning es la potenciación de la estética. La tendencia busca realzar el aspecto del vehículo con una multitud de elementos, como spoilers delanteros y traseros de mayor volumen, cambios en la forma de los grupos ópticos, alerones traseros superiores adicionales, capots delanteros con prominentes tomas de aire, tapones de del depósito de combustible, las llantas de aleación con un diseño llamativo y los neumáticos de gran anchura y bajo perfil.
Los interiores también son objeto de personalización, ya sea para ganar elegancia o ambientación deportiva. Se suelen utilizar piezas derivadas directamente de la competición: los asientos se sustituyen por baquets (con mayor sujeción) o los cinturones de seguridad por arneses.
Tuning japonés: Nunca hay que llegar a este extremo
Otros detalles que forman parte de la transformación son los equipos musicales (mucho más potentes), las tapicerías especiales con llamativos colores, los volantes de diseño deportivo, pomo superior del cambio y pedales o kits con piezas de imitación de aluminio o de madera.
Por otro lado, esta mejora estética puede esconder también una evolución en las prestaciones del vehículo. Los preparadores desarrollan los motores, elevando notablemente su rendimiento en potencia y par hasta cotas espectaculares.
Para hacer frente a esta mejora de las prestaciones, las preparaciones van acompañadas de mejoras en la suspensión y los frenos: se incluyen kits de muelles de mayor dureza y menor altura, amortiguadores especiales o barras estabilizadoras más gruesas.
Los frenos suelen recibir discos de diámetro superior y mayor ventilación. Mención aparte merecen los conjuntos de llanta y neumático que cuentan con doble función.
Carlsson, Hamann, Brabus, Opera Design, Fab Design, Lorinser, Irmscher, Zender, Rieger, Geiger o Delta 4×4 son algunos de las firmas de mayor prestigio en el mundo del tuning (hay más). Algunas se dedican a todo tipo de vehículos, mientras que otras están especializadas en marcas y modelos concretos. La gran mayoría son de origen alemán y trabajan sobre automóviles alemanes, aunque también se ocupan de otras marcas. Alemania ha sido, desde siempre, el paraíso del tuning.
El auge de los preparadores (algunos de los cuales, como Alpina, que trabaja sobre base BMW, o AMG, integrado como preparador oficial de Mercedes, alcanzaron rango de constructores) motivó que algunas marcas, en especial de coches de prestigio, ofrecerían a sus clientes elementos de personalización, sobre todo estéticos, aunque también mecánicos.
Desde finales de la década de 1990, marcas como BMW, Mercedes, Volvo, Audi e incluso fabricantes de gran volumen como Toyota, Fiat, Ford o Seat pusieron en marcha departamentos dedicados específicamente a elaborar versiones especiales de sus propios modelos de base, así como una completísima gama de accesorios y complementos para personalizar los vehículos.
En otras ocasiones, las necesidades de la competición han obligado a homologar como coches de calle vehículos con apariencia de tuning, cuyas características técnicas y estéticas se han modificado. El ejemplo es el Mercedes 190 E 2.5 Evolution, fabricado en un número limitado de unidades para poder homologar el coche para el DTM.
El auge del tuning ha movido a sus seguidores a participar en multitudinarias concentraciones, donde se rivaliza por exponer el vehículo más espectacular e impecable. En ellas, los organizadores concursan diversos premios entre los participantes, como los concedidos a la mejor imagen interior, calidad de sonido, las llantas más grandes, escape más grande o coche de carrocería más baja.
El crecimiento de este movimiento ha desembocado también en la celebración de algunas ferias dedicadas específicamente a este tema (SEMA Show de Las Vegas). Además, todos los salones de prestigio tienen una sección dedicada a este tipo de preparaciones y accesorios.
Tunear superdeportivos y sedanes de superlujo no es tarea fácil. Lo aconsejable es no hacerlo (opinión personal).
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Originally posted 2013-09-20 00:42:48.
