

Un roadster puro y duro, como sólo los británicos saben hacer, con chasis tubular, carrocería de fibra y un buen V8 potenciado bajo el capot delantero. El Griffith fue, además de un deportivo magnifico, el coche que sacó a TVR de su letargo y la consolidó, durante algunos años y por obra y gracia de la venta de Rover, en el primer constructor 100% británico.
A finales de los años ochenta TVR, una pequeña fundada en 1949, solo tenia en producción el descapotable biplaza 450 SE, un automóvil basado en el viejo Tasmin, vendido a precio elevado y fabricado a una cadencia de apenas 700 unidades anuales. La marca no hubiera sobrevivido mucho tiempo de no haber tomado dos decisiones inmediatas.
La primera, volver a fabricar la Serie 5, un encantador roadster de línea retro y mecánica sencilla, que permitió aumentar la cartera de pedidos a base de ofrecer un coche ligero y deportivo a un precio accesible.
La segunda, iniciar el desarrollo de una nueva generación de coches, que comenzó con la presentación, en el Salón del Automóvil de Birmingham, en 1990, del Griffith.
El Griffith no significo ninguna revolución para la marca, pero fue una especie de retorno a los orígenes. El SE fue desaparecido poco a poco de la cadena de montaje y en su lugar se fabricó este deportivo radical de dos plazas, que entroncaba con la más pura tradición de los roadster británicos.
A escala mecánica, el Griffith era un auténtico TVR. La marca se había caracterizado siempre por el uso de chasis tubulares y carrocerías de fibra, y el recién llegado no fue ninguna excepción. El chasis, sólido y tremendamente rígido, recurría a suspensiones independientes por triángulos superpuestos en ambos ejes, mientras que la carrocería de fibra de vidrio y poliéster estaba realizada en una sola pieza.
El montaje era, por lo tanto, muy fácil de realizar, y el coche disponía de elementos de gran serie para las piezas mas simples, como los faros delanteros y traseros, el volante y los mandos del interior, la mayoría de origen Opel. Una de las peculiaridades de la carrocería eran dos piezas de fibra que conformaban un techo duro sencillo. La primera se colocaba detrás de los asientos, y entre esta y el parabrisas se encajaba la segunda. Ambas piezas podían guardarse en el maletero cuando el coche circulaba descapotado.
El motor del Griffith era el habitual V8 de la marca, ya usado en el SE. Se trataba de un motor eficaz aunque veterano. En su origen, este propulsor de 3.5 litros y ocho cilindros era un desarrollo del Oldsmobile que la empresa norteamericana vendió a Rover en los años sesenta. La firma británica lo utilizo para sus grandes berlinas y para el Range Rover, además de cederlo a Morgan para que equiparara con el Plus 8, el más deportivo de la gama.
TVR retrabajó el motor para conseguir sus propósitos. La marca de Blakpool necesitaba potencia, y los 230 caballos del motor Rover de cuatro litros del Serie 5 le parecieron pocos, así que desarrolló la cilindrada hasta los cinco litros a base de un aumento de carrera y consiguió sacar nada menos que 325 caballos, una cifra que, unida al contenido peso de 1.060 kg, le proporcionaba una casi imbatible relación entre peso y potencia de sólo 3,8 kg por caballo.
Con una caja de cambios Borg Warner de cinco velocidades, en sustitución de la caja Rover que se utilizaba en el SE, el Griffith 500 era capaz de proporcionar presentaciones de infarto con una velocidad máxima de 250 km/h, una aceleración de 0 a 100 km/h de tan sólo 5,3 segundos y la posibilidad de cubrir un kilómetro con salida parada en menos de 25 segundos.
Además de prestaciones de primer nivel, el Griffith proporcionaba un comportamiento muy deportivo sin renunciar para nada al confort de marcha.
El coche tenia tracción trasera y ello lo hacia proclive al derrapaje al limite, aunque se mostraba muy noble gracias al excelente centrado de masas (el motor estaba colocado por detrás del eje delantero) y a las bondades de la suspensión. Su corta batalla le confería además una gran agilidad, de manera que el coche era muy divertido de conducir, en especial en carretera de montaña.
Pese a que en 1997 TVR lanzó el Cerbera, un coupe cerrado con un chasis similar al de Griffith y un motor de ocho cilindros de diseño propio, el Griffith siguió fiel a los propulsores Rover, al menos hasta el año 2000 que continuaba la producción.
En el año 2000, apareció una edición limitada de 100 unidades, llamado Special Edition (SE), que se fabrico hasta el 2003.
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Originally posted 2011-10-20 22:34:37.