Hasta la actualidad la mayoría de los coches oficiales de los jefes de Estado lucen una estrella de tres aspas sobre su calandra cromada. Sin embargo, quizás no seria así si el Mercedes 770 no hubiera existido. En la década de 1930 se convirtió en el símbolo de los coches de Estado.
Cuando la marca de Wurtenberg comenzó la construcción del vehículo conocido en el seno de empresa con el nombre de W 07, existía un competidor que debía ser derrotado a cualquier precio. Efectivamente, en 1929 la fabrica Maybach había transferido sus conocimientos en la construcción de motores de dirigibles al sector automovilístico y había realizado el primer turismo dotado de un motor de doce cilindros. Había que acabar con su fama. El Gran Mercedes, como seria llamado después por el público, lo consiguió un año más tarde.
Con sus 5.60 mm de largo y sus 1,86 mm de ancho, este coche (que podía alcanzar una altura de dos metros) era realmente imponente. Su más que generoso peso máximo de 3.500 kg exigía un grupo propulsor con una potencia poco habitual. De este modo, Mercedes equipo la primera generación del 770, con un motor de ocho cilindros en línea de 7,7 litros que desarrollaba, en la versión base sin compresor, 150 potentes caballos. Sin embargo, prácticamente ninguno de los 770 fue entregado sin el compresor que hacia aumentar la potencia hasta los 200 caballos.
Las válvulas de este motor en línea eran acondicionadas por un refinado depósito de pulsadores y balancines. El cigüeñal se apoyaba sobre nueve pilares y estaba accionado por unos piñones derechos silenciosos y dotados de un amortiguador de vibración.
La tracción de las cuatro ruedas traseras se efectuaba mediante una caja de cambios de tres velocidades. El enorme par del motor no obligaba a adoptar una caja de cuatro velocidades. Con el fin de obtener una mejor aceleración, el conductor podía recurrir a una velocidad rápida accionable mediante una palanca.
Esta espléndida nave de carretera podía mantener sin problemas una velocidad de crucero de 130 km/h, y todo en medio de un silencio imperturbable. Sin embargo, había que aceptar un consumo de carburante de unos 40 litros a los 100 km.
La segunda generación del 770 apareció en 1938. Estaba equipado con una caja de cambios de cuatro velocidades, más la velocidad suplementaria. Exteriormente el coche mostraba una línea más moderna. Fuese una gran limusina Pullman, un coupe o un cabriolet, todo Gran Mercedes era siempre único. Hasta 1943 se hicieron a mano 205 ejemplares. Los acabados se realizaban siempre a gusto del cliente. Esto suponía que, en la mayoría de los casos, el vehículo dejaba la fábrica con un blindaje digno de un tanque.
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Originally posted 2011-12-04 20:02:20.